
A la hora de planificar una boda, se tienen a poner sobre la balanza aquellos elementos que entran o salen del presupuesto: la lista de invitados (larga o corta), un catering formal o informal, la cantidad de bebidas alcohólicas, el vestido, el traje del novio, los integrantes del cortejo, el salón, la iglesia….
Sin embargo, son pocos los que le dan la importancia necesaria a la fotografía, quien debería ser tratada como invitada de honor en estas celebraciones.
Los recuerdos vienen y van y se hacen borrosos en un mundo dominado por la tecnología y la rapidez. Conservar fotos, videos, es guardar momentos, es cosechar la nostalgia y alimentar el corazón. El precio parece un simple número cuando confiamos en la idea de que en muchos años, veremos esas imágenes y recordaremos la felicidad que ellas reflejan. La cara del novio, las lágrimas de la madrina, los primeros pasos de algún bebé, las travesuras de la niñita de las flores, la que se comió toda la torta, el que tomó unos tragos de más.
Todos esos momentos se sumarán para forjar la historia de una pareja que apenas empieza sus aventuras. Celebremos este amor que recién comienza capturando sus ángulos más bellos.
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